Por Esteban Correa
Una cosa es que estés tratando de ayudar a alguien que necesita y requiere ayuda, y otra muy distinta es tratar de cambiar a quienes no quieren hacerlo “Los sinvergüenzas crean problemas; sus palabras son un fuego destructor. El alborotador siembra conflictos; el chisme separa a los mejores amigos. Los violentos engañan a sus compañeros, los llevan por un camino peligroso”.
Las personas con las que nos relacionamos influyen mucho en nuestra vida, en nuestras decisiones, y en el alcance de las metas que tengamos en la vida
Hay relaciones que en lugar de ayudarnos a cumplir una meta, la retardan y nos desaniman, e incluso nosotros aceptamos esa influencia por costumbre, por estar ligado emocionalmente, o simplemente por respeto.
Una cosa es que estés tratando de ayudar a alguien que necesita y requiere ayuda, y otra muy distinta es tratar de cambiar a quienes no quieren hacerlo y no quieren salir nunca de sus problemas.
Tu tiempo es muy valioso y no puedes darte el lujo de tratar de agradar a aquellos que no comprenden tus decisiones, tus sueños y tu forma de ser.
Cuando relaciones de que cualquier naturaleza nos causan malestar, nos menosprecian, nos burlan o simplemente nos incomodan continuamente, es hora de abandonar esas personas nocivas por nuestro bienestar y crecimiento.
En ocasiones tratamos de soportar el maltrato, la violencia emocional y el juicio de otros, y por temor a ser “duros” o determinantes, nos estancamos y permitimos que bloqueen todo nuestro potencial.
Lo cierto es que todas las personas, sea cual fuera el vínculo o cargo, si no nos esta ayudando a cumplir el sueño que Dios puso en nuestro corazón, esa persona no puede acompañarnos al destino que tenemos trazado por el Señor.
Es importante recibir consejos para mejorar, pero los consejos tienen que tener el propósito de ayudarnos, no de destruirnos y descalificarnos.
Solo las personas que nos motivan, alientan y desafían a más, son las que debemos permitir que nos influyan. La vida es una sola y nuestro destino y trabajo debe estar enfocado, recortando todo aquello que no te aporta ningún valor.
¿Cómo detectamos una relación perjudicial? Cuando nos sentimos obligados a hacer cosas que no queremos hacer, cuando nos sentimos controlados y oprimidos, cuando la toleras solo por compromiso, cuando la permites por costumbre y cuando por temor a caerles mal, vamos en contra de todo lo que en verdad queremos hacer.
Nadie debería obligar a nadie a hacer algo que no quiere, porque esto lo único que provoca es desgatar la relación. Cuando algunos discípulos abandonaron a Jesús, él los dejo, nos los atormentó con maldiciones para retenerlos, incluso luego Jesús dijo a los doce: «¿También ustedes quieren irse?» (Juan 6:66-68). Hay personas designadas por un tiempo a tu vida, luego vendrán otras y se distanciaran aquellas que lo tengan que hacer, y algunas están puestas para compartir todo el tiempo.
Las personas con las que estemos vinculados y ligados negativamente afectan nuestra esfera espiritual y pueden retrasar las bendiciones de Dios.
Se selecto con tus relaciones y la inversión de tu tiempo con ellas, porque si cometes el error de por cortesía soportar cosas que no te sirven, estás poniendo en riesgo el cumplimiento de muchas bendiciones. Rodéate de gente de fe y de bendición.